Siempre y nunca son compromisos eternos. Y aún asi seguimos comprometiendo con no volver a hacerlo nunca, o recordarlo siempre. Será por la tendencia del ser humano a equilibrarse tendiendo a lo absoluto. Aunque lo relativo entró en nuestras vidas de la mano de Einstein, es mayor la fuerza de la costumbre que los cambios circunstanciales, y aun hoy la sociedad tiende en exceso, para mi gusto, a relativizar, mas nunca tanto como absolutiza. Me explico.
La astenia (http://www.enbuenasmanos.com/articulos/muestra.asp?art=773), ese estado anímico típico de esta primavera, hizo estargos este año, fundamentalmente en el sexo masculino. ¿Que porqué lo sé? Fue muy facil. el 94 por cien de mis amigos presentaban los sintomas innegables, yo me incluyo. Pero lo que es más incontestable. Hablando con amigas, entre las que incluyo novias de varios de mis amigos y la mia, y compañeras de trabajo y estudios, todas; y en esto soy absoluto, todas me decían lo mismo de sus chicos: Que estaban insoportables. Una me comentó que su novio se enfadaba, por las cosas más estúpida, como la cantidad de sal que le salía del salero. Otro, que llevaba semanas como un adolescente. Todos tenían una queja de todas, o una razon para discutir, o una apatia del tamaño del patio de un colegio. Yo que me sentía como ellos, en verdad les dije a mis amigas, que tuvieran calma, que pasar, todo pasaba y la astenia primaveral, también.
Pues, quizá porque no estaba en un buen momento, o porque cuando estás en baja forma es lo mismo dejarse llevar, que estarse quieto como un mueble, dejé pasar desapercibido un dato. No todos los hombres tenían que estar afectados por la astenia primaveral. Estoy casi seguro que eramos unos pocos. Podría incluso ponerle nombre a alguno que conozco, que esta primavera no se brotó como las flores. Sin embargo absolutizamos porque es más facil y también más útil. Nos ahorra tiempo y dinamiza las conversaciones. Y de paso, absolutizar cumple una función social de aglutinador; estan los que se brotan con la astenia, y las que los sufren, y aparte, los que nunca se inmutan, ni de bromas.
Por lo tanto, legislar en cuestiones absolutas es un asunto delicado. La gente se seguirá amando y deseando eternamente y guardando el más absoluto de los silencios ante la aprobadora mirada de la vida que se encargará, sábia es ella, de colocar cada zapato en su pie, cada asado en su parrilla y todas las cosas en su sitio.
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