domingo, 29 de abril de 2007

Las cuestiones absolutas

Siempre y nunca son compromisos eternos. Y aún asi seguimos comprometiendo con no volver a hacerlo nunca, o recordarlo siempre. Será por la tendencia del ser humano a equilibrarse tendiendo a lo absoluto. Aunque lo relativo entró en nuestras vidas de la mano de Einstein, es mayor la fuerza de la costumbre que los cambios circunstanciales, y aun hoy la sociedad tiende en exceso, para mi gusto, a relativizar, mas nunca tanto como absolutiza. Me explico.
La astenia (http://www.enbuenasmanos.com/articulos/muestra.asp?art=773), ese estado anímico típico de esta primavera, hizo estargos este año, fundamentalmente en el sexo masculino. ¿Que porqué lo sé? Fue muy facil. el 94 por cien de mis amigos presentaban los sintomas innegables, yo me incluyo. Pero lo que es más incontestable. Hablando con amigas, entre las que incluyo novias de varios de mis amigos y la mia, y compañeras de trabajo y estudios, todas; y en esto soy absoluto, todas me decían lo mismo de sus chicos: Que estaban insoportables. Una me comentó que su novio se enfadaba, por las cosas más estúpida, como la cantidad de sal que le salía del salero. Otro, que llevaba semanas como un adolescente. Todos tenían una queja de todas, o una razon para discutir, o una apatia del tamaño del patio de un colegio. Yo que me sentía como ellos, en verdad les dije a mis amigas, que tuvieran calma, que pasar, todo pasaba y la astenia primaveral, también.
Pues, quizá porque no estaba en un buen momento, o porque cuando estás en baja forma es lo mismo dejarse llevar, que estarse quieto como un mueble, dejé pasar desapercibido un dato. No todos los hombres tenían que estar afectados por la astenia primaveral. Estoy casi seguro que eramos unos pocos. Podría incluso ponerle nombre a alguno que conozco, que esta primavera no se brotó como las flores. Sin embargo absolutizamos porque es más facil y también más útil. Nos ahorra tiempo y dinamiza las conversaciones. Y de paso, absolutizar cumple una función social de aglutinador; estan los que se brotan con la astenia, y las que los sufren, y aparte, los que nunca se inmutan, ni de bromas.
Por lo tanto, legislar en cuestiones absolutas es un asunto delicado. La gente se seguirá amando y deseando eternamente y guardando el más absoluto de los silencios ante la aprobadora mirada de la vida que se encargará, sábia es ella, de colocar cada zapato en su pie, cada asado en su parrilla y todas las cosas en su sitio.

sábado, 28 de abril de 2007

Hambre, curiosidad y prensa.

Me he embarcado en una excursión incierta. En mi trabajo actuel me han pedido que colabore con otro compañero en la elaboración de un periodico. Una publicación en la que se vuelquen los anhelos e inquietudes de quienes allí laboran, habitan e interaccionan. Y me he entregado a escribir como suelo hacerlo siempre; descuidando otros espacios, otras ocupaciones. Y a la vez me he entregado a recuerdo.
Hace años, en mi ciudad natal, me propusieron también compartir la oportunidad de crear, participar en la elaboración y dirigir otra publicación. Tenía 21 años y al mundo servido en un plato, a falta de comida. Unas ganas enormes y unos recursos inusuales al alcance. En mi ciudad; y por extensión en mi país, en el que soñar es realidad cotidiana, sentir una necesidad y escribir un lujo, en el 1992 estudiaba en una escuela Taller financiada con dinero español. Entre los muros del claustro de un convento del siglo XVIII, donde bajo cada piedra había un pedazo de historia lleno de garrapatas, cerca del mar y bajo el cuadrado casi perfecto del cielo recortado por el patio interior del claustro, surgió una publicación mensual que se titulaba ...Porqué!, y que tenía el inocente cometido de expresar lo que allí pasaba.
No voy a valorar si el mundo que nación entre aquellas cuatro paredes fue o no un espacio lleno de utopías. Para nosotros el claustro del convento del siglo XVIII, era una isla dentro de una ciudad al norte de una isla. Todos con hambre de escribir, de preguntar, de dibujar y de oir, con algo que decir, nos metimos en cada endija, en cada chisme, en cada conversación, e intentamos, sobre todo, meternos en la piel de cada persona que nos rodeaba y ser humanos, entre la inmensa carga humana que convivía junto a nosotros y de la que aprendíamos. En nuestra ilusión, nos olvidabamos del trabajo, de los horarios. Durante la comida, agarrabamos en pan con mortadella con la mano izquierda, mientras sobre la pierna derecha, sosteníamos con el bolígrafo una hoja de papel doblada en 8 partes para no perdernos detalle, de las palabras de Genaro o cualquiera de los otros albañiles, curtidos por los años, la experiencia y la labor. Metiamos la naríz en todos saraos. En la cocina, preguntandonos adonde iban los suministros cuando el pan llegaba duro y la leche parecía agua. En los almacenes, para preguntar porqué después de una tormenta desaparecían ciertos materiales, y en los despachos para saber, porqué no habían más actividades culturales.
Por las mismas razones que surgió, desapareció al mes justo de nacer. Eramos una burbuja llena de interrogantes, un raro compendio de entusiasmo y juventud, de raciocinio, razón y razonamientos, un caudal de curiosidad ilimitada.
Recordé y,evitando cometer nuevamente el error, hoy he vuelto a escribir. Son las 3:18 h del domingo. Y sigo con la misma curiosidad y hambre de hace más de 14 años.

domingo, 15 de abril de 2007

Incondicionalidad

El amor es incondicional.La amistad, no.

Te pueden joder, te pueden cagar o te pueden ofrecer la luna si estás enamorado. Te pueden juzgar, te pueden presionar y tú, contento (o jodido que es otra manera de estar contento). Al fin y al cabo somos humanos y nos seduce eso de ser contradictorios y ambigüos.

El amor te sorprende y te desengaña, te protege y te ataca, te acaricia o te agrede. Te sofoca a la vez que calma tu sed. Te hace un nudo en la boca del estomago y te sacia. Puedes equivocarte y rectificar, estar errado y corregirte, te puedes sentir minusvalorado, minúsculo, mínimo que si estás enamorado eres la persona más felíz del mundo, todo lo justificas, todo se aplaca, siempre perdonas. El amor está hecho para eso, para perdonar las pequeñas y sutiles putadas de la vida. Para eso y para disfrutarlo, porque será el único momento en tu vida en que soportarás lo insoportable.
La amistad es condicional. De un amigo solo esperas que no chafe tu amistad con un descuido. Esperas que cuide lo que le das. Quizá es mucho pedir, pero si un amigo te sorprende y te desengaña, no te protege, te agrede y te deja un nudo en la boca del estomago, no es tu amigo. La incondicionalidad tiene un límite. Cuando acaba el amor, puedes desaparecer por la primera puerta que te encuentres, y adios, muy buenas. Algo de ansiedad, un tiempo sin hablaros, y un día quedas. Te tomas un café y, como en el cine se arregla todo; o como en la vida real no volveis a cruzaros la palabra, jamás. Pero en la amistad, no puedes desaparecer sin dejar un rastro tras de ti, un cordón umbilical por el que siguen fluyendo dolores y recuerdos. La única solución es cortar el cordón. No se puede recuperar lo irrecuperable.
La amistad es un amor con límite y precio. El precio de no quebrantarlo, de no disminuirlo, de no minimizarlo, de no corromperlo, de no despiezarlo y quitarle la esencia. De no hacerlo condicional, porque entonces deja de ser amistad y es dependencia, adicción, enganche, te vuelves un asalariado de la amistad, le pones precio, la tasas, la modificas, la adulteras, la vuelves amor.

domingo, 8 de abril de 2007

Para la próxima semana, o para la siguiente dejo de perseguir tormentas.

Las cosas, con tiempo, salen mejor. O no.
Hace un mes, más o menos, decidí dejar de fumar. Y comenzar a hacer ejercicios. Y moderar la ingesta de carbohidratos. Y todas las decisiones las tomé al mismo tiempo. Y, por supuesto, todo a la vez
Anteayer por ejemplo, era un mal día para dejar de fumar. Estuve con tres amigos en un bar, entre copas y gogos en topless sobre las barras. El ambiente ya estaba enrarecido y además sobrecargado por los juegos de luces, la estridencia de la música y el humo. Mucho humo. Yo, fumador social, no lo pude, ni lo quise evitar.

Ayer, fue tarde de tormenta, pero extrañamente llovió poco. El resto de ella (de la tarde) se mantuvo monotemáticamente gris. Salí al portal y encendí otro cigarrillo. Cayó una semi lluvia, una cuasi lluvia, una llovizna de mierda, que me supo, no solo a poco, sino a nada. El ambiente continuó tan cargado en ese instante como lo estaba la noche anterior en el bar. La lluvia indecisa no alcanzó ni para hendir las grietas del pavimento. Fumé mirando morir la tarde entre las nubes y el horizonte.
Hoy ha llovido como si la lluvia quisiese vengarse de mi desprecio. Me caló hasta la vida. Siento la garganta hecha una lija, me duele la cabeza, y tengo el frio metido hasta en el tuétano. Un buen día para dejar de fumar.

sábado, 7 de abril de 2007

I want to be Morgan Freeman, for example!

No podéis imaginaros como el título de un mensaje puede condicionarlo. No, no soy un fan de Morgan Freeman, aunque me parece un gran actor. Pero anoche descubrí un invento. Es una programa, que a través de Internet traduce lo que le pongas. Imaginaros: Hoy se me ocurrió, quiero se como Morgan Freeman. Me fui a un buscador, y encontré varios. Uno de ellos en la página de EL MUNDO. Hice un esfuerzo. Hace años me propuse no entrar en ciertas página, entre ellas las de la prensa, pero en este caso accedí. De vez en cuando hay que poner a prueba las decisiones, sin tocar los principios, claro. Porque las decisiones (Determinación, resolución sobre una cosa dudosa. Firmeza de carácter.), desde mi punto de vista pueden ser instrumentales, podemos usarlas según nuestra conveniencia (Conformidad entre dos cosas distintas. Utilidad, provecho.). Aun estando fuertemente adheridos a ellas no son losas, siempre que no cambien lo fundamental, por supuesto.
En fin, puse la frasesita en el traductor, y me salió el título de la entrada de hoy. Lo mismo si pones este fragmento de La vida es sueño, de Calderón de la Barca:

What is the life? A frenzy.
What is the life? An illusion;
a shade, a fiction and the major good is small.
That the whole life is dream
and the dreams, dreams are!

(¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión;
una sombra, una ficción
y el mayor bien es pequeño.
¡Que toda la vida es sueño y
los sueños, sueños son!)

El programa puede traducir del inglés al castellano y al alemán; del castellano al francés y al inglés; del francés al castellano y de alemán a ingles. Eso sí como metas palabras de jerga, como dabuten, flipao o asere, el programa pasa de ti. O te pone cosas tan graciosas como (It(He,She) happens(passes) from you), en inglés o, (il(elle) passe de toi ) en francés. Algo asi como el famoso: of loss to the river español.

viernes, 6 de abril de 2007

Viernes Santo, café amargo, nubes grises

Alcobendas. Bebo un café amargo a las 16 de la tarde. Acabo de decirle a una compañera que me preocupa su mustiez y que la quiero. Pero empleé otras palabras. Le dije, más o menos textualmente: "Ven acá; te voy a dar dos hostias que te vas a enterar". Acto seguido reflexioné. ¿Estoy mostrando cariño o frustación?, fue un proceso mental rápido, como una ráfaga que oxigenó mis ideas. ¿Miedo a mi idea maniquea y cursi de lo que debe ser la ternura? ¿Deseo de ser original a cualquier precio, aún al de pensar que desagrado intentando agradar? Hay que medir las palabras.
Hoy, de intentar ser cariñoso a politicamente incorrecto, hay lineas tenues. Quizá porque vivimos encerrados en nuestra concha, e interpretamos el mundo a través de nuestra nube. Quizá porque necesitamos gustar, y gusta lo que no escandaliza. Hay tanto miedo al escándalo y sin embargo, sus consecuencias están por todas las esquinas, impregna la piel de los viandantes, se anuncia en grandes titulares en las revistas y abundan las ruedas de prensa de los desmentidos.
Pero, ¿que es el miedo, y porqué repito tantas veces esa sensación, ese sentimiento, esa palabra? Miedo. Vivimos entregados a él en una suerte de trueque sentimental. Él nos libra de peligros, y nosotros le hacemos hueco en nuestra vida para que atisbemos en los pequeños temores cotidianos, peligros antaño inexistentes, a saber: cadenas de atentados terroristas en supermercados de Madrid, cartas de Internet, enviadas a amigos a los que le han dicho amigos que un amigo le dijo que, alguien se despertó una mañana después de una noche de loco desenfreno, y descubrió, por un mensaje en el espejo del baño, que su fugaz y dulce compañía le había contagiado el SIDA. Los miedo son esas flechitas que van a clavarse donde más nos duele, en nuestra seguridad y en nuestra ignorancia. Y a veces nos hace hablar con palabras que no queremos. Y al mismo tiempo es tan difícil que todo sea correcto.

A intervalos, sale el sol de entre un universo de nubes grises.

jueves, 5 de abril de 2007

Sales de fruta y saludos

Sales una mañana a por frutas y te encuentras con que la gente se ha convertido en zombis. Esto a mis vecinos madrileños no sé que les parece. Van siempre en su burbuja, atareados, royendo su mundo y murmurando. Pero yo vengo de fuera, soy uno de los causantes de que el 10% de la población de esta "capital" sea extranjero, sudaca, moro, negro, chino, del "este", cubano (como es mi caso), en una plabra, inmigrante. En esta estadística no incluyo a los extremeños, andaluces, castellanos diversos, euskarras, astures, gallegos, levantinos, catalanes, e isleños, que son el reflujo migratorio natural de este país, (se tiende a emigrar internamente de la periferia al centro y, una vez ahí, a olvidar que se es emigrante, con mucha facilidad)

Pero al grano. Sales a por fruta, te bajas aún con la resaca de la noche, dices buenos días y nadie te responde. Te cruzas con quien, escasas horas antes estabas hablando, remendando el mundo entre humo y alcohol, le reconoces por las gafas oscuras que esconden su rostro de los rigores del sol de invierno y el cansancio, y pasa por tu lado sin alzar la vista del piso. Saludas tres veces más, a la chica de la farmacia que se da la vuelta dejándole el brazo suspendido y en alto, a la de la panadería que mira con cara de no tener amigos desde la primaria, y por fin te responde Rafa. Rafa hace cierto el dicho de estar más colgado que el limpiacristales de Torre Europa, pero debido a eso; creo yo, es el único ser humano es Madrid que si le saludas te devuelve el saludo.
Yo pensaba que saludar con efusividad y afecto era un mal latino, lo mismo que el requiebro era de Madrid y "la española cuando besa es que besa de verdad". Pero eso no deja de ser un mito en mal estado y manido. Saludar no tiene fronteras, nacionales o sociales, y además es saludable y me lo demuestra Rafa. Si le saludas te suelta una retahíla y no te deja ir hasta que termina. Y justamente eso es lo sano. Rafa me ha enseñado que el tiempo que inviertes en un saludo, en detenerte y hablar sin prisas no es tiempo perdido sino tiempo empleado. Cuando salgo por las mañana y nadie responde a mi saludo sé que yo he empleado unos minutos de mi tiempo para comunicarme, y otros en cambio, han perdido el suyo en hacer que no me ven.