viernes, 11 de diciembre de 2009

Cuanto vale la vida de un Cubano?

Últimamente en Cuba, firmar anónimos se está convirtiendo en un deporte, a veces sano como medio de liberar las tensiones que provoca la inmediatez de las noticias, y la ausencia de espacios de denuncia moderados libremente. A mi correo, que no tiene muro de contenciones, llegan noticias de La Isla que me ayudan a conjurar la distancia y me hacen, al estar más lejos, verla más cerca. Y todos; en la medida que son retratos de la realidad, creíbles o no, son bienvenidos.

Este, que acabo de leer, os lo brindo, no porque sea más o menos real que los anteriores. Es que me ha impactado. De ser cierta la noticia, sería muy triste. No lo valoro más. Os lo muestro. Decidid vosotros. Yo, he hecho mi criterio.


¿Cuánto vale la vida de un cubano?

Ante todo amo a mi país, mi cultura, mi idiosincrasia, nuestros orígenes, nuestra historia y he sido y soy parte del proceso revolucionario.

Cuba. El pasado domingo 30 de noviembre, a las 8.25 de la noche cubana, dos importantes artistas de la isla transitaban por la calle Línea rumbo a trabajar. Uno de los artistas, el joven rapero Edgaro, director de “Doble Filo”, conductor hace 3 años, del programa televisivo habitual dominical “Cuerda Viva”. La otra artista, la multigalardonada cantante, actriz y compositora Osdalgia, quien conducía el auto.

De pronto, mientras esperaban el cambio de luces del semáforo de Línea y L, y ante numerosos testigos, fueron terriblemente embestidos desde atrás por un auto negro grande con chapa negra 198009 de la Embajada de Sudáfrica, sita en 5ta y 42 en Miramar. Sorprendidos y mareados las artistas se bajan del auto para encontrarse con cuatro sudafricanos muy ebrios. Comienza una acalorada discusión en inglés cuando los sudafricanos dicen tener que irse al aeropuerto sin la llegada de la policía. Edgaro se adelanta al frente del auto de la embajada para tomar la chapa mientras Osdalgia pide la identificación de los hombres. Es entonces cuando Erick Chist Well Makhubela, C. diplomático 192\2007 de la Embajada sudafricana, sube al volante de su auto y embiste aceleradamente a Edgaro atropellándolo y arrastrándolo por más de 50 metros ante los ojos de una multitud de cubanos ya presentes en el lugar del accidente, y que se agitaron en un grito de terror: ¡asesino!

Por suerte y gracias a la destreza y juventud del rapero, este se subió al capó del auto y pudo arrojarse al pavimento sin grandes daños. El primer secretario sudafricano huyó dejando a sus compañeros en el lugar.

Dos carros policías (el numero 115 y el numero 240), que accidentalmente pasaban por el sitio, fueron abordados por la multitud que trataba de explicar el terrible suceso. Estos policías pidieron los documentos de los artistas y arbitraron con oquedad y despotismo: “Osdalgia cállese y échese para atrás o la monto en la patrulla y la llevo para la unidad, y Edgaro, deje la ira y tranquilícese que usted no puede probar nada”, mientras que a los sudafricanos los trataron con la cortesía y respeto con que siempre deberia conducirse un oficial. El gentío, testigo de cada acontecimiento, acusó con vehementes improperios a estos policías de vejar a los artistas cubanos víctimas de la agresión, ante el cinismo extranjero victimario porque ¿representa o no el uniforme policial al estado cubano y a la historia de Cuba donde cientos de jóvenes dieron la vida para crear una sociedad donde el pueblo importase?

Osdalgia llamó entonces a otras fuerzas policiales que llegaron inmediatamente y que sí tomaron partido justo ante los hechos. Obligaron a los sudafricanos a comunicarse con el fugitivo para que regresara al lugar. Pero una vez llegado este, dijo claramente en español “¡Inmunidad diplomática!”. Osdalgia, Edgaro y el pueblo presente, sintieron como la humillación, la impotencia y la desvalorización de ser cubanos se apoderaban de todos.

Finalmente la policía de los autos 115 y 240 se fueron y no dejaron claro a los sudafricanos el delito grave cometido al atentar contra la vida de los artistas, subrayando el obvio telón de la “Inmunidad”… y que ante tal la vida de un cubano NO VALE NADA.

La policía especializada tomó datos, declaraciones, nombres de testigos. Los sudafricanos no quisieron declarar ni acompañar a la policía especializada a la unidad más cercana y se fueron entre risas y música alta acompañados por otro auto chapa 198008 de la misma embajada.

Edgaro fue llevado al hospital, y luego él y Osdalgia fueron a denunciar el accidente y el atentado de asesinato a la unidad policial sita en 21 y C, Vedado donde no fueron atendidos. Entonces se dirigieron a la unidad policial sita en Zapata y C que los atendió rápida y efectivamente pero, ¡con qué sorpresa y estupor recibirían la noticia de que Edgaro no podía denunciar el atentado de asesinato hasta que las fuerzas policiales especiales investigaran si los hechos eran o no, una realidad! Sin embargo, todo el terrible acontecimiento sucedió frente la cámara de seguridad que se encuentra en la esquina de Línea y L. y muchos testigos dieron su nombre a la policía.

Aun, ante las continuas interrogantes del pueblo enterado del suceso, no hay respuestas. Por lo que sigue latente hoy el desconcierto y la incertidumbre de las víctimas y los testigos cubanos:

1. ¿Qué valor tiene la vida de un cubano ante cualquier trabajador de una embajada extranjera?

2. ¿Cómo caminar confiados por las calles, ir a trabajar, o permitir que nuestros hijos jueguen en los parques, si sabemos que cualquiera de estos hombres o mujeres “inmunes” pueden cometer atrocidades ante testigos veraces y tener el derecho de la duda y, hasta quedar sin castigo?

3. Este hombre ostenta la inmunidad diplomática, inmunidad que descansa sobre la confianza de nuestras naciones en él y que lo convierte en celador de nuestras relaciones bilaterales. Sin embargo con esta brutal acción traiciona a su país, al nuestro y a la honorable misión que lo trae a nuestra tierra.

4. Si es esto posible, ¿dónde depositar entonces nuestra confianza, nuestra tranquilidad ciudadana, nuestra seguridad civil, y hasta el buen rumbo de nuestras relaciones políticas?

5. Si este hombre sigue impune luego de haber atropellado intencionalmente a un joven de 25 anos en Línea y L ante decenas de testigos, la saga de eventos como este pudiese ser innumerable y sus consecuencias fatales.

Ciudad de la Habana, Cuba, 3 de diciembre 2009

Año de 50 Aniversario del Triunfo de la Revolución.

Un testigo

Firma

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Yeah!!!

Adios Felicidad!

Casi no te conocí...!

Ignacio Vila (Bola de Nieve)


Hoy me levanté oliendo a otro cuerpo, a otra piel, a otra sonrisa, a otra forma de cenar, a una manera distinta de comer, a otra compañía y a distinta soledad. Me he erguido, apreté las piernas y me ejercité con los mismos ejercicios de cada mañana, pero con otra paz y otra luz en los ojos. Hoy estiré los brazos como cada mañana y con más fuerza. Descubrí las grietas del muro que tanto me costó alzar y me toqué mientras el agua de la ducha apartaba de mí las soledades del invierno. Me lavé el pelo deseando que cada partícula de la madrugada rodase por mis piernas rumbo al suelo o al cielo, porque mi mundo se dio vueltas y estaba patas arriba y feliz como un colegial que huye camino a cualquier mata de mamoncillo, a cualquier poceta, o un río allende a su inocencia. 

Esto de dejar atrás la tristeza, como quien conjura la alegría y de un plumazo entierra la pena, esto, se parece mucho a atarse a la rueda de la vida y saltar sin paracaídas ni red al vacío, y el vacío se parece al mar, y la mar a la cómoda almohada, y la almohada a un seno, y el seno a la protección. Así que saltar a un seno se volvió protegerse en el vacío. Basta ya de vivir entre algodones y pedirle al mundo que te cubra con una coraza, porque el mundo, ni protege, ni cuida, ni seduce, si no te seduces, te proteges, te cuidas a ti mismo. 

Se acabaron las palabras de consuelo. Uno se consuela con la vida, disfrutándola, amándola, haciéndole el amor y cuatro hijos. Terminó el meterse bajo el edredón de invierno, así en la calle se levanten turbonadas de abandono. Fin a la película sentimental donde eres el protagonista y al final mueres.

Adiós, Nostalgia, casi no te conocí.