En todo conflicto hay dos bandos. Y en medio el vacío. Alrededor de los contendientes un espacio vacío y un poco más allá el público. Ahora bien: el público se divide en clases. La más cercana al ring (así delimitamos el espacio en que se matan los contendientes) la ocupa los Jaleadores. Estos le imprimen dinamismo al combate. Se dividen a su vez en dos bandos y tienen sus razones, a saber:
- son amigos de uno de los contendientes
- son enemigos del otro
- están a sueldo por los amigos de uno y/o de otro,
- son familiares cercanos, que aunque no entienden muy bien porque se pegan, no dejan de sufrir por su consanguíneo.
Un paso atrás, está el sitio de los Patrocinadores. Estos son los que piensan, los que tienen la pasta y han preparado la jugada. En algunas pelis se les distinguen por las pieles de sus mujeres, los brillantes en sus dedos y sus trajes caros, carísimos, pero esto no deja se ser una caricatura de quienes son realmente. Los Patrocinadores, ya no van a ver las peleas. Delegan en Testaferros que son a los que: les salpica la sangre de los contendientes, los que protestan a través de los jaleadores las decisiones injustas del arbitro (según su vara de justicia), o quiénes llegado el caso, hacen un guiño cómplice recordando un soborno pasado, un favor por realizar, una futura prebenda... Estos se enfundan sus trajes, normalitos (no más caros que lo que permite una rebaja), y por disfrutar la comodidad del sillón del jefe son capaces de hacer que luzca la pelea más allá de la fuerza de los contendientes. Viven para dar gloria a la gloria de su jefe; me recuerdan a Waylon Smithers.
Detrás esta la verdadera división. Mezclados con los que creen sinceramente en las fuerzas de sus contendientes, están los que hacen méritos para llegar a desbancar a los Testaferros y los que quieren saltar por encima de ellos para llegar a ser perfectos Jaleadores. Aprenden de ruido circundante la tacticas y respuestas a sus interrogantes. De allí salen graduados para sus puestos respectivos. Hacen méritos, empujan y con suerte llegan a donde quieren; la mayoría se queda por el camino como piezas sueltas de una maquinaria, falta de ingeniería.
La Gente está fuera del estadio. No tiene acceso al ring, se entera de la evolución del round por la megafonía local, a veces a la suerte de comentaristas que, de un lado o de otro, retransmiten lo que les viene escrito en el guión.
Gane quien gane, será el campeón de un pueblo dividido. Y la Gente, no podrá saber ni con que artes ha ganado, ni si es merecedor de esa victoria.
- son amigos de uno de los contendientes
- son enemigos del otro
- están a sueldo por los amigos de uno y/o de otro,
- son familiares cercanos, que aunque no entienden muy bien porque se pegan, no dejan de sufrir por su consanguíneo.
Un paso atrás, está el sitio de los Patrocinadores. Estos son los que piensan, los que tienen la pasta y han preparado la jugada. En algunas pelis se les distinguen por las pieles de sus mujeres, los brillantes en sus dedos y sus trajes caros, carísimos, pero esto no deja se ser una caricatura de quienes son realmente. Los Patrocinadores, ya no van a ver las peleas. Delegan en Testaferros que son a los que: les salpica la sangre de los contendientes, los que protestan a través de los jaleadores las decisiones injustas del arbitro (según su vara de justicia), o quiénes llegado el caso, hacen un guiño cómplice recordando un soborno pasado, un favor por realizar, una futura prebenda... Estos se enfundan sus trajes, normalitos (no más caros que lo que permite una rebaja), y por disfrutar la comodidad del sillón del jefe son capaces de hacer que luzca la pelea más allá de la fuerza de los contendientes. Viven para dar gloria a la gloria de su jefe; me recuerdan a Waylon Smithers.
Detrás esta la verdadera división. Mezclados con los que creen sinceramente en las fuerzas de sus contendientes, están los que hacen méritos para llegar a desbancar a los Testaferros y los que quieren saltar por encima de ellos para llegar a ser perfectos Jaleadores. Aprenden de ruido circundante la tacticas y respuestas a sus interrogantes. De allí salen graduados para sus puestos respectivos. Hacen méritos, empujan y con suerte llegan a donde quieren; la mayoría se queda por el camino como piezas sueltas de una maquinaria, falta de ingeniería.
La Gente está fuera del estadio. No tiene acceso al ring, se entera de la evolución del round por la megafonía local, a veces a la suerte de comentaristas que, de un lado o de otro, retransmiten lo que les viene escrito en el guión.
Gane quien gane, será el campeón de un pueblo dividido. Y la Gente, no podrá saber ni con que artes ha ganado, ni si es merecedor de esa victoria.
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