jueves, 3 de julio de 2008

Extraterrado

Esta vida es como una pintura
Cada cual ve el color que le ayuda

"Según el color", Rubén Blades

Nunca supe jugar al ajedrez muy bien. Tenía un amigo que sí, y con él intenté aprender el intrincado mundo de los trebejos blancos y negros. A mi se me antojaba algo así como, la lucha de las piezas negras por su liberación de la opresión blanca. Creo no atendía al juego tanto como a mis divagaciones. Al querer sacar de las casillas a los reyes y los peones, mi defensa quedaba siempre al descubierto; y con la consiguiente perdida de la partida, tenía que poner los pies en la tierra. No era más que un juego. Sacarlo de su contexto y llevarlo a la vida real era asunto de estrategas, no de niños. Con el tiempo el ajedrez se me antojó aburrido en la medida en que el ajedrez en Cuba, pueda ser un deporte aburrido. Nosotros los cubanos hemos convertido el ajedrez en una fiesta, ¿que es sino?. Nada de silencio y recogimiento. El ajedrez en Cuba, se parece más al dominó. ¿Que estamos a punto de recibir un jaque mate?, pues decimos: Brother, eso no es ná! (¡y estamos perdidos!, pero la procesión va por dentro), si pierdo por lo menos hay ron, no?

La misma filosofía impregna, en Cuba el día a día. La misma que el cubano de a pie se lleva en la maleta al extranjero. Si pierdo no pasa nada mientras quede un litro de ron y halla alguien con quien compartirlo. Al final, no es necesario que halla nada en que pensar si hay ron y palique. No quiero decir que seamos peleles en manos del destino, no. Somos prisioneros de todo el pensamiento que nos rodea, estamos mediatizados por nuestras ansias, deseos y anhelos. Los cubanos que no somos brutos, nos hemos dejados llevar por la corriente. Por ejemplo, si en los 60 quedaba bien eso de irse huyendo del comunismo, en los setenta buscando la libertad y en los 80 se repetía el último argumento; ya en los 90 y en el nuevo milenio el único aporte nuevo al discurso fue, la caída del campo socialista en Europa y la URSS. Ah; y un carro, una casa, y una buena mujer. Eso no significa que seamos poco imaginativos. Los cubanos, que tuvimos que aceptar la imposición americana a principios del siglo XX, la Soviética, so pretexto de quedarnos con el culo al aire en 1968, y el periodo especial, amén de otras; aprendimos que quién hace la ley, hace la trampa, y que la trampa está para usarla, aunque corramos el riesgo de caer en ella. De ahí que digamos no más pisar cualquier aeropuerto en el extranjero (cualquier playa también), "soy cubano, pido asilo político", a sabiendas de todas las puertas que cerramos. De ahí que en un primer momento la frase más extendida sea: "Me fui buscando la libertad" aunque más tarde, por arte de la experiencia, esa frase se transforme. ¿Porqué? Bueno, porque libertad es un concepto relativo, como el hambre, la riqueza o la belleza. Hasta el mismo Habana Club de 7 años que nos tomamos fuera de Cuba, parece que tiene otro sabor; y la charla, no es la misma. La gente es mucho más compleja que esa división entre rojos y blancos que inunda el mundo de los cubanos extraterrados.

Así que la vida no es el ajedrez que juegan por nosotros. La vida es el tablero. Sus millones de combinaciones y posiciones, sus estrategias y tácticas, es lo que elegimos vivir. Si algo aprendí del juego es que, quién está fuera no siempre ve la mejor jugada. Cuando me dejaba aconsejar lo más seguro es que perdiera, ya que no jugaba mi juego, sino el juego ajeno. El que está fuera sigue otra táctica, pero nadie libra al jugador del mal trago de perder o de ganar.Ya lo dijo Campoamor: “En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira”.

1 comentario:

Oihana dijo...

La espera ha merecido la pena. Me ha gustado mucho.
Besazo!
oi