lunes, 16 de junio de 2008

Parece que es la una

Aunque la pantalla del ordenador estaba apagada, yo sabía que no era así. Sabía que con toda seguridad, si movía el ratón se encendería y me desvelaría por completo. En la cocina encontré los restos de la cena tardía, en la pileta los platos sucios y amontonados,y por el suelo, restos que pisoteaba con el consiguiente "crack-crack". No quería encender la luz. Nada que contribuyese a mi desvelo debía estar prendido o en marcha. Por eso no quiero sentarme frente al ordenador. Busco con tiento el vano de la puerta, pero es igual; al final me golpeo siempre, me levanto la piel, o sangro. Está escrito, tropezarás dos veces con lo que sea. Y hasta tres. Deambular en la oscuridad es un arte. Fantasmas, ninjas y amantes, comparten el reino de lo oscuro. Los tres con la misma obsesión por los rincones y pasar de puntillas por el mundo, por borrar sus pisadas tras sus pasos. Camino de la habitación contigua vuelvo a mirar el ordenador. La pantalla sigue apagada y sé, que a un roce; mínimo, leve, a un tropezón con la mesa está la causa de mi insomnio. Voy al salón. Me detengo antes de encender la luz. A tientas cojo un libro. El psicólogo dijo: lee. Lee algo aburrido, condesado y difícil. Léete El Capital, por ejemplo. Le dije que me encantaban los clásicos. Pues, el Manual de Economía Política de Nikitin, cuenta ovejas, del uno al mil. Look for the damned life! Me paro como una grulla con el grueso volumen prisionero entre las manos, intentando mantener el equilibrio. Me canso, a oscuras vuelvo a dejar el libro sobre la mesa. Me pego en la pantorrilla no menos de en dos ocasiones; al acercarme a dejar el libro, y al alejarme de allí. Rezó cagándome el la puta que me recontramil parió pero en silencio; como he rezado hasta hoy y seguiré rezando mañana. Si vuelvo a la cama no me duermo. A la mierda. Me conecto a Internet.
Yo, animal de costumbres.
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