viernes, 3 de abril de 2009

Sentido vital

Os cuento una historia. Una persona con enfermedad mental, sin saberlo, ha dado un sentido a su vida. Un sentido distinto al que, en inicio, le estaba dado. Una noche, en la residencia en que vivía, entró una persona destrozando una parte del cercado. Llevaba un cuchillo y la intención de agredir a su mujer, también interna allí. La acción no sé bien como sucedió pero, esta persona con enfermedad mental salió en defensa de la agredida y está actualmente en la UVI de un hospital. La mujer del agresor también resultó herida en el incidente. No puedo aventurarme mucho en este terreno ya que no tengo más que datos aislados y sin contrastar, pero es posible que una vez detenido y enjuiciado el agresor, no pase nada más.

En una situación similar Jesús Neira, profesor universitario se enfrentó a un maltratador que más trarde le agredió. El suceso levantó una polvareda mediática enorme, hizo plantearse a la sociedad y la justicia sus límites frente al maltrato y al maltratador.

Victor Frankl, un psiquiatra y neurólogo austriaco de origen judío que durante el régimen nazi fue represaliado e internado en varios lager o campos de concentración, escribió en EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO, que el hombre además el poder y placer, vive para encontrar un sentido vital.

Victor Frankl dice que la búsqueda del sentido de la vida, no es solo la aceptación pasiva del destino. Es en última instancia, la libertad para elegir que actitud es más coherente ante una decisión cara al futuro, porque esa libertad interior, dice Frankl, nadie nos la puede arrancar; es el último trozo de dignidad que solo desaparece con nuestro cuerpo, y da a nuestra vida, una intención y un sentido.

Lo que esperamos de la vida tiene una importancia relativa. Importa QUE LA VIDA, SÍ ESPERA ALGO DE NOSOTROS. Ni gestas, ni actos de heroísmo (la mayoría de nosotros tenemos más fe en nuestro pellejo que en el ajeno). Solo ser consecuentes con ese ápice de dignidad interior, con esa libertad de elección que es difícilmente traicionable. Con eso que la gente llama “tranquilidad para posar la oreja en la almohada” y que no te puede arrancar nadie, nunca. No en balde,“...el que tiene un porque para vivir; dijo Nietche y cito a Frankl, puede soportar casi cualquier como”.

Estas dos historias se cruzan en el punto en que una persona se encuentra en el lugar preciso de ayudar a otra frente a un ser despreciable, y en el equivocado frente a su integridad física. Y ante la misma disyuntiva, decide acorde a su libertad interior, a su dignidad personal y a cuenta de su misma vida, salvar otra.

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