martes, 7 de abril de 2009

Burdel Bogart

Atento a tu pregunta miré el reloj. Yo no podía esperar y tu no querías seguir. "¿Quieres para despedirte un beso mercenario?". Por dinero habrías sido capaz de aborrecerme, y en lugar de eso te armas de paciencia y dignidad, me sueltas lo del beso mercenario y te quedas tan tranquila, cruzando las piernas, tan hija de puta mirándome a los ojos, que ni atino a pronunciar palabra.
Miro el reloj nuevamente. El camarero se acerca. Un poco desgreñado pero apuesto y joven, deja caer de soslayo una mirada de lascivia entre tus tetas. Con la maldad que te caracteriza sacas un billete del escote y pagas, cuando hace siglos que nadie guarda ahí el dinero. Al marcharse, un poco turbado, le miras el culo y a mí se me hiela la sangre. Recojo del suelo mi corazón echo mierda y te miro con toda mi rabia escondida tras la más falsa de mis sonrisas.
"Eres absolutamente una muy mala puta", pensé. Pero te dije, "Eres despreciable". Y me fui; huérfano de tu abrazo, intentando mantener en alto la cabeza y victima de haberte elegido entre ninguna. A ti te imaginé acercándote hasta rozarme con tu mano enguantada cerca de la puerta del burdel, pidiéndome por favor, que no me fuera.
Pero salí de allí y ni te moviste.

No hay comentarios: