lunes, 13 de septiembre de 2010

CULTURA DEL TODO GRATIS

Si veinticinco años atrás un extraño me hubiese abordado por la calle, diciéndome que viene del futuro y, sacando un iPad (seguramente traería alguno), me contase como iba a estar el patio en el 2010, no le hubiese creído. Eso lo primero. Después le habría denunciado porque las cosas que me estaría contando sería de locos. Hacen ya 9 años el mundo se conmovió y no se ha vuelto a recuperar después del primer ataque a EEUU en su propio suelo. Cayeron las Torres Gemelas. 9 años antes, caía el muro de BERLÍN, y los países del Pacto de Varsovia no movieron ni un solo tanque para salvar al bloque del Este o a la ex-URSS. Y hace unos pocos días, Fidel les dio a algunos una satisfacción y a otros muchos un disgusto afirmando, o simplemente exponiendo, que el modelo cubano no era una franquicia, no era exportable, que cada uno debe tener su propio sello.


No es de extrañar que haciendo un recuento de estos últimos años, lo que tenemos treintaytantos y ya empezamos a teñir canas hemos sido testigos históricos de excepción de acontecimientos hasta hace poco increíbles. Para nuestros abuelos fueron la resaca de los alegres años 20, la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Para nuestros padres, pisar la Luna y los viajes lisérgicos y psiconeumáticos del LSD y la marihuana, la Revolución Cubana y las Guerras de Liberación de los 60, la Primavera de Praga y el Mayo del 68. Y sin embargo el mundo tenía un sentido maniqueamente oscilante entre lo bueno y lo malo, y la revolución era pasar de un extremo estable a otro extremo igualmente estable. Después de la semilla que sembrara Einstein con su famoso: Todo es relativo, llegó la hecatombe. Los slogan tardan tiempo en establecerse como axiomas de indudable fe. A las puertas del Siglo XXI y con la tentativa de matar la Historia, la moda era planteárselo todo como un conjunto de absolutos relativos, si se me permite la paradójica expresión. Todo valía lo mismo como tesis que como argumento. A un mundo estructurado y claro, aburrido y falto de motivaciones, se contraponía otro abierto, descarado, inconscientemente, desvirgado tras cada pregunta, con cada respuesta. Un mundo, punto y seguido, y no punto y final. Jódete, Fukuyama.

1 comentario:

Nares Montero dijo...

Creo que estamos en puntos suspensivos, al borde del abismo.