lunes, 24 de marzo de 2008

Números

Una mañana, dos manos, tres suspiros, cuatro brazos, cinco minutos, seis razones, siete sorbos de té (herradura, suerte), ocho horas, nueve.
Una ruta rumbo al paraíso, dos piernas de camino,tres dudas, cuatro espasmos; cinco, paciencia, seis despedidas, siete reencuentros, ocho verdades, nueve.

El Reino donde todo era posible

Ayer tarde, entre la tele y la respiración pausada y tranquila de Vanesa, actualizaba mis contactos y visitaba alguna página en Internet. Hasta aquí todo normal. Decidido como estaba a utilizar mis últimas horas de vacaciones poniendo al día todo lo atrasado, me acerqué a mi blog. Tres meses sin escribir en lo que llegué a considerar el buque insignia de mi armada de retóricas. La última entrada ¿Donde me pongo?, sigue allí, mirándome con reproche. Y al final de los comentarios, uno nuevo de enero, no recuerdo bien el día. Pensé: “Alguien me hace caso. No esta mal para un blog sin pretensiones”. Pues fue aún mejor. José Tadeo es un amigo de hace lo menos 15 años. En 1993 yo tenía una novia. Él era su amigo por esa época, de ahí lo conozco. Creo que actualmente siguen siendo amigo, porque entre otras cosas, él es originario de Santa Clara, la provincia de la que Maylen es.

José Tadeo me conminó a escribir. Y yo escribo sin saber bien por donde empezar. Hay tanto hilo en el ovillo que no sé por donde desmadejar la madeja.

José Tadeo, Maylen y el que escribe, estabamos al final de la adolescencia en aquellos años de tormenta. Maylen y yo eramos además los reyes de un país que inventamos solo para nosotros. No había allí más reglas que las nuestras. O al menos para mi no habían otras reglas. La esquina de la Casa de las Américas, el balcón del edificio de F y 3ra, la cama desvencijada de casa de mis padres, todas esos lugares eran nuestros, formaban parte de nuestra existencia, hacían las veces de sitios de encuentro y posada. No había limites, ni temor porque no existía el miedo y todo era posible. Soñar era posible, cambiar era posible, tener decepciones, ver dragones, experimentar. En medio de la prohibición todo estaba permitido. La Habana se había quedado sin secretos gracias a esa alquimia rara en que mezclábamos fantasías con fantasmas, realidades paralelas con poesía y canciones. Podía alcanzar lo imposible y juguetear con él entre mis manos, solo porque tenía a la mujer que amaba a mi lado y el primer amor alojado dentro del pecho. Era feliz. O al menos ese era mi espejismo. Casarnos a los 4 meses de habernos conocido. Tener niños y ponerles nombres imposibles como Andresito, no? ¿Que fue lo que pasó entonces? Recordar 15 años no es fácil, sobretodo si en un empeño por borrarlo todo, lo borraste todo realmente. Todo saltó por los aires; ese el resumen. Después de un verano por Santa Clara todo se fue a la mierda por nuestra cobardía, como decía José Antonio Méndez. ¿Y porque escribo ahora esto? Porque quiero hablar del AMOR, y porque me pediste que escribiera, Tadeo.

Amar no es solamente construir, es construir sobre cimientos. El amor al principio es una idea, un proyecto que busca que lo piensen, lo delineen, lo pongan negro sobre blanco y lo dejen impreso en el papel, como un contrato. Pero si se queda en proyecto, acaba. Pasa como esas buenas ideas que si no se hacen realida y se vuelven yermas como un solar, sucias y viejas, y ya no apetece seguir con ellas, y a pesar de los esfuerzos no va resucitar. Se pueden buscar miles de justificaciones. El miedo es lo que tiene, nos lega al menos, el consuelo de intentar justificarnos. Es una salida, retorcida a veces, pero para mi que no soy la persona más valiente del mundo, al menos en el tema del amor, una salida y como tal válida. Ya ni siquiera pienso en un final alternativo del estilo: ¿Que hubiese pasado si...? Cuando se muere el amor, no hay ni elucubraciones, ni futuro ficción. Cuando muere un amor de estos ni siquiera hay duelo porque no se puede velar a un embrión, a un nonato. Se realiza el aborto y el feto, una vez diluido por el tiempo es arrojado a la basura.

Me preguntarás, Tadeo, a que se debe este rollo. A nada, me hiciste recordar a la mujer que más amé en los 90 y que más me hizo sufrir.

Eso es todo

sábado, 23 de febrero de 2008

Hacer leña ...

Lo que voy a escribir puede que no guste a muchos, pero ese es el precio de la libertad, leer o escuchar y respetar lo que no nos gusta.

Recuerdo que de niño pensaba que los mayores iban a estar allí eternamente.Y hasta cierto punto era lógico. Los niños buscan la protección de los más fuertes. Mas al crecer comprendí que la experiencia y la fuerza son dos dimensiones del poder, y que lo importante es que llegado el día, digas: Adios, Buenas noches y buena suerte, CIAO, Ibae bae ntonu, y te marches sin dar más explicaciones que tus actos. Por eso cuando a Fidel Castro le alejó la enfermedad del poder, experimenté una agridulce sensación. Agria porque se iba un símbolo (ya se encargarán otros tanto de echarle con la bala, como de lamerle el culo) Para mí es un personaje que colocó a Cuba, y sobre todo se colocó a si mismo, en un sitio en la Historia. Dulce porque abrió el paso a una esperanza contenida, más de 40 años. Ahora nos toca a los cubanos no sentirnos como niños destetados y perdidos a las puertas de ese centro comercial que es el Mundo.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Describir es destruir, sugerir es arte.


Después de la foto, la modelo recogió el vestido y pasó al baño. Tenía prisa porque a las 8 entraba al trabajo. "¿A quien se le ocurre hacer una huelga de autobuses con la tarde tan perra que hace?". Afuera llovía a mares. Madrid era un cuadro velado por una cortina de agua intermitente. Ascendía de la calle un olor a mojado y a viejo en aquel barrio de la zona centro a espaldas de la Gran Via. Un revuelo de pasos se perdía en dirección al cielo por la escalera de madera que crujía como una vieja que se queja. "¡Quedamos en que me pagabas hoy!, ¡Ni mañana, ni la semana que viene! ¡Ahora hijo 'e puta, o te rajo como a un puerco!" La sonrisa asquerosa del fotógrafo se hizo aún más grande y se volvió más agria. Arrodillándose, recogió los billetes que habían volado por la habitación hasta caer muy cerca de sus pies gordos y enfundados en unas zapatillas llenas de talco y alcanfor. Bajó los quejosos escalones. Abrió el paragüas que dio un vuelco y se quedó desecho. Se cubrió el pecho voluminoso y terso, y salió corriendo con sus tacones imposibles bajo la lluvia. "Si no fuera por lo que es, recogería mis cosas y me iría pa' Cuba"

jueves, 6 de diciembre de 2007

¿Donde me pongo?

Vivo en España hace 12 años. No paso ni un minuto sin pensar donde estaré cuando llegue el día. Esto es un eufemismo, debería decir donde estaré el día en que muera Fidel. Me consta que esta misma pregunta se la harán a si mismo, los nostálgicos de afuera y los que sobreviven dentro de la ISLA. ¿Donde me pongo? La misma pregunta que en Fresa y Chocolate, le hacia un amigo gay al protagonista.
Facundo Cabral decía en un espectáculo que a la derecha estaban los derechistas, a la izquierda los comunistas, y en el centro los hombres, los que piensan por sí mismos, y la vida está dividida en esas tres categorías maniqueas. Tristemente. Yo elegí pensar por mi mismo, lo cual no me reserva el centro de absolutamente nada. Tengo mis ideales; para los comunistas demasiado templados (no apto para la dictadura del proletariado). Para los de derecha, demasiado rojo. Para una pareja de amigos, más bien rosita. Mi mujer piensa que sencilla y llanamente soy un tocacojones. Pero para mi, que es lo realmente importante, soy un tipo que ha vivido en las entrañas de los dos monstruos sin honda. Tengo la marca de lo que viví en Cuba, y me es difícil quitarme la chapita de medio básico, como escribe mi amigo Enrisco. Y por otra parte disfruto de la suerte de haber caído de pie en España. Pero en este caso no valen las medias tintas. Cuando llegue el día estaré del lado de mis amigos, y será lo que quiera Dios. De primar la amistad al rencor en Cuba no habrá ni bandos, ni odio sino reconciliación.