lunes, 30 de junio de 2008

Objetiva

De las mil setecientas formas que hay de matar un sueño, elegiste la más dura.
De las mil seiscientas sesenta y nueve restantes, la más cruenta.
De las otras mil y pico la más suave y precisa.
Parecías una francotiradora.
Sigo.
Con las quinientas restantes hiciste una pila y separaste, las más dolorosas, las más astutas, las sucias, las que antes llegaban a su fin y las que más rodeos daban, que son al final las más certeras porque nunca sabes por donde, o como llegan, y nunca fallan.
Esas y todas las anteriores las detuve con la fuerza bruta de mi lógica.
Soy un animal afortunado porque Dios o la naturaleza (y en estos casos es bueno estar a bien con la fe y con el materialismo histórico); digo que la selección natural o dios, me han concedido un cerebrito bien diseñado.
Reuní todas tus razones, hice una hoguera y calenté mi raciocinio, mi alérgica piel y mis asmáticas caricias.
Pero solo necesitaste una, quirúrgica y precisa forma de matar mi sueño.
Fuiste objetiva.

jueves, 26 de junio de 2008

Sueño.


Me siento bien. Un sueño reparador se adueña de mi. Ahora una ducha templada recorre mi cuerpo y se lleva la pesadez, y me deja limpio el cansancio. Me voy a soñar contigo. Me he dejo caer en la cama y mientras cierro los ojos puedo sentir que respiras a mi lado con la suavidad telúrica de quien descansa. Te beso pero no te despierto, un leve temblor me anuncia que sigues viva, y de tu cuerpo se desprende un halo radiactivo. Me siento bien. Esta noche duermo y duermo bien. Estas ahi, a un palmo. Tu cuerpo se voltea y me da la espalda. Te abrazo. Puedo respirar en tu nuca hasta el hartazgo; es decir, por los siglos que nos quedan por vivir.

lunes, 23 de junio de 2008

El funeral

Con el cuerpo del Iyamba en capilla ardiente, sus consejeros preparaban el "nlloró". Los abakuas de las potencias vecinas, y los abakuas huidos por temor a las represalias del airado Iyamba ya cadáver, desempolvaron las pieles de leopardo que usaban para hacer la guerra, y sacaron de las esquinas de sus chozas sus lanzas herrumbrosas, aprestándose a regresar y recuperar sus tierras, sus cabras. Junto al cuerpo inerte había un silencio sepulcral. Guardaron como guerreros y en secreto la muerte de su jefe hasta que fue imposible ocultarla por más tiempo. Había demasiadas charlas a la sombra del baobab que flanquea la única entrada y salida de la aldea. Demasiados secretos a la orilla del río, donde se curaban las pieles, demasiados murmullos en los arrozales y entre los surcos. Se preguntaban por donde llegarían los de fuera a recuperar sus posesiones.

Por el camino polvoriento avanzaba el largo convoy de bestias cansada que traía a los guerreros exiliados, en carromatos destartalados, llenos de baratijas, cositas sin importancia, enseres sin utilidad, con que pensaban doblegar las defensas y, comprar voluntades al llegar al baobab. Nadie quería una batalla. Sus fuerzas menguaban y su ira concentrada se diluyó junto a la noticia del deceso del difunto. Solo en sus ojos un brillo de codicia y de revancha. El mismo brillo que les ayudó a sobrevivir lejos tantos años. En el pueblo redoblaron las defensas. Varios kilómetros por delante del árbol, un puesto de observación en medio de la sabana haría señales para alertar la llegada de la avanzadilla. Los oradores arengaron a la tribu, los adivinos profetizaron y los estrategas buscaron el modo de no perder lo que tanto esfuerzo había costado ganar. El consenso empezó a dejar paso a los argumentos más diversos, una junta de ancianos de todas las sensibilidades, ceder a cuestiones que no fueran de principios. En medio del desespero alguien propuso (¿para que?) momificar el cadáver..!

Los ánimos se iban caldeando. La sabana es un lugar tan vasto, tan lejano de todo, de todos, y el viaje fue preparado tan rápido, que al escasear los víveres y el agua, la calma acabó a medio camino. A dos días de recorrido no quedaba ni el ánimo de la partida. Los ojos viejos se llenaron de polvo al igual que las lágrimas, y los ancianos guerreros morían a medida que a lo lejos se empezaban a divisar la copa del árbol de su tierra prometida.

El cortejo fúnebre atravesó el centro del poblado y se internó en el bosque antecedido de el Íreme. A lo lejos la columna de polvo anticipaba el futuro. Las mujeres del pueblo, según la tradición, solo lloraban el cuerpo hasta el límite del camino donde; plantado desde tiempo inmemorial, el baobab vigilaba. Una nubecilla se levantó en la soledad de la plaza. Tras ella pasó una viejecita con una batea enorme en la cabeza, y una bolsa vacía en la mano, en busca de su hogaza de pan.

Gracias a A Cuban In London, por la idea y el último comentario.

sábado, 21 de junio de 2008

Lo peor de Cuba.

Lo peor de Cuba es que se la comen los excesos. Pienso entonces que no habrán cambios más allá de la muerte de Fidel, de Raúl o de quién venga, pues los sustitutos a la vista son tan radicales y talibanes como ellos. Leer sobre Cuba en Internet es un vaivén de extremos. Los radicales de dentro, anquilosados y estancados en un discurso que tiende al inmovilismo, más los radicales de fuera, que se han apuntado a la catarata emocional, y al mareo de una libertad mal gestionada. Mal gestionada, porque ser libre es andar sin ataduras, no contestar a eslóganes. El que se duele de Cuba subiéndose al carro del contrario, solo porque a eso llama libertad, no solo no sabe lo que la libertad significa, sino que se ha aprendido bien el adoctrinamiento maniqueo a que ha estado sujeto. En Cuba, y fuera de ella.
Lo peor de Cuba son la falta de matices. Los matices son los colores con que escriben los hombres y mujeres libres y no admiten ni la tinta de la revancha, ni azuzan demonios, ni fantasmas. Y en Cuba, y fuera de ella, los colores siguen siendo dos, el blanco o el rojo. A lo sumo, algúnos escritos timoratos y no comprometidos. Yo he sido uno de ellos. Pero quiero optar por ser libre. Por decir lo que me gusta y lo que odio aun a riesgo de quedarme solo. La vida es una y si quisiese vivirla con miedo, se me ocurren lugares bastante peores que la tranquilidad de mi casa en Madrid.
Lo peor de Cuba que ha ganado el pensamiento único y sin fisuras. Ha ganado el oportunismo, ha ganado el revanchismo, han ganado las medias verdades y las mentiras. Han ganado lo que prefieren dividir, apelando a una supuesta unidad. Han ganado la farsa, los farsantes y los extremos y, todo eso junto atenta contra la libertad. Mañana, la verdad no va a estar en el centro de la razón, va a ser lo que quiera o diga Pepe Cojones, o lo que le salga de la pinga a quién gobierne ese día. La historia tiene la malísima costumbre de repetirse si los pueblos olvidan su pasado o dejan que cualquiera lo gestione.

jueves, 19 de junio de 2008

De sinvergüenza, ni hablar...

Hace un par de semanas o tres, estuve en uno de esos conciertos en los que, da igual lo que hayas hecho si no fuiste: perdiste el tiempo. Al finalizar, José Antonio Delgado, que cantaba junto a Patricia Fdez, tomó la guitarra, y en uno de los bises más sentidos que haya oído, se cantó este "Yo sé que la gente piensa", de Juan Carlos Aragón:

Yo sé que la gente piensa
Y no me importa que me digan
que yo soy un viva la vida
porque vivo sin compromiso;
no me da vergüenza ninguna,
vida tengo na' más que una
aunque crea en el paraíso.

Para mí es mucho más carota
el que me acusa de pasota
con la baba llena de whisky.
Soy lo que tú quieras
pero sinvergüenza no soy.
Cuando veo en esta puerca humanidad
tantos crímenes sin nombre
de sinvergüenza ni hablar,
me da vergüenza de ser un hombre.

Yo prefiero seguir buscando
los defectos y los encantos
de una dama golfa y valiente,
verdadera como la guerra,
despeinada como la tierra
y canalla como la gente.

Yo prefiero una compañera
perfumada con la madera,
con el cuero y con la palabra "hembra";
una mujer para mí debe ser
mucho más que una hembra,
que desprecie los dineros y el Chanel,
la corbata y la mentira...
y sólo por esa mujer
valdrá mi muerte más que mi vida.

Y no me imaginaba que tras las chanzas de la chirigota del carnaval de Cadíz se hallase escondido uno de los filósofos más humanos que hay en España.

miércoles, 18 de junio de 2008

El Platano ha muerto


Nadie hace bien el trabajo de recadero de malas noticias pero; escuetamente como vivió, quieto como en uno de sus retratos, y; seguramente, solo (espero que no) el "Plátano" ha muerto. No voy a ser de los que se apunten la medalla de haberle conocido más allá de la canción de Carlos Varela, y de un par de refrescos, contados, a los que le invité. Ni siquiera sé su verdadero nombre.

El Plátano, es el Plátano. A él, tu compañía no le habría importado, era de los últimos puros de su generación que no se vendió, ni permitió que le compraran. Quién se cruzó en su camino, lo conoció y habló con él, tuvo la suerte de estar al lado de un pedazo de la historia irreverente de Cuba.

Ibae baen tonú Plátano, Where it he wants that you are!

lunes, 16 de junio de 2008

Parece que es la una

Aunque la pantalla del ordenador estaba apagada, yo sabía que no era así. Sabía que con toda seguridad, si movía el ratón se encendería y me desvelaría por completo. En la cocina encontré los restos de la cena tardía, en la pileta los platos sucios y amontonados,y por el suelo, restos que pisoteaba con el consiguiente "crack-crack". No quería encender la luz. Nada que contribuyese a mi desvelo debía estar prendido o en marcha. Por eso no quiero sentarme frente al ordenador. Busco con tiento el vano de la puerta, pero es igual; al final me golpeo siempre, me levanto la piel, o sangro. Está escrito, tropezarás dos veces con lo que sea. Y hasta tres. Deambular en la oscuridad es un arte. Fantasmas, ninjas y amantes, comparten el reino de lo oscuro. Los tres con la misma obsesión por los rincones y pasar de puntillas por el mundo, por borrar sus pisadas tras sus pasos. Camino de la habitación contigua vuelvo a mirar el ordenador. La pantalla sigue apagada y sé, que a un roce; mínimo, leve, a un tropezón con la mesa está la causa de mi insomnio. Voy al salón. Me detengo antes de encender la luz. A tientas cojo un libro. El psicólogo dijo: lee. Lee algo aburrido, condesado y difícil. Léete El Capital, por ejemplo. Le dije que me encantaban los clásicos. Pues, el Manual de Economía Política de Nikitin, cuenta ovejas, del uno al mil. Look for the damned life! Me paro como una grulla con el grueso volumen prisionero entre las manos, intentando mantener el equilibrio. Me canso, a oscuras vuelvo a dejar el libro sobre la mesa. Me pego en la pantorrilla no menos de en dos ocasiones; al acercarme a dejar el libro, y al alejarme de allí. Rezó cagándome el la puta que me recontramil parió pero en silencio; como he rezado hasta hoy y seguiré rezando mañana. Si vuelvo a la cama no me duermo. A la mierda. Me conecto a Internet.
Yo, animal de costumbres.
.

miércoles, 11 de junio de 2008

Las más compartidas son las más divertidas.

Las palabras,
las pasiones,
las mentiras,
las estrellas,
las caricias,
las verdades,
las razones,
las decepciones,
las parejas,
las miradas,
las memorias,
las distancias,
las esquinas,
las canciones,
las derivas,
las soledades,
las decisiones,
las querencias,
las vanidades,
las variedades,
las heridas,
las llegadas,
las escapadas,
las despedidas,
las complicidades,
las medias verdades,
las disyuntivas,
las alternativas,
la Paz
y las mujeres.