jueves, 1 de enero de 2009

La Habana, 2008, Festival de Cine.


La capital es un reino silente a 25 fotogramas por segundos. La gente habla como maniquís tras un cristal. Mueven sus labios, sonríen, parecen comunicarse en una lengua extranjera. Hacia el extrarradio fluye la vida. El centro parece la superficie de un río. El extrarradio es el agua sumergida. El extrarradio, corriente loca y remolino. El centro es inmóvil, no parece que halla cambios. Caras nuevas en 23 y G, máscaras nuevas en La Casona, más y más caras y personajes desde 17 hasta 25, en esa inmensa cruz que santifica. Así ha sido siempre. Quién no es en el Vedado, no es en La Habana. Quién no ha sido máscara en los 80 y pretendió en los 90, envejece en el nuevo milenio. Quién regresa, solo puede ver el desfile del carnaval habanero, pararse a mirar y ser admirado. El viejo entretenimiento de mostrarse ha sobrevivido. Se ha redimido del lastre de pobreza de ideas de que se vanagloriaba cuando ser pobre y tener alguna idea era condición indispensable para ser. ¿Dónde están aquellos habaneros ilustres que filosofaban con un libro de Vargas Vila bajo el brazo, y parecían locos? ¿Dónde están los que se prestaban Conversación en la Catedral, y luego se paseaban con el libro sin forrar y el título visible, y esa era su muestra de disidencia más notable? ¿Dónde quedaron las botellas de chisp'etren, las madrugadas después de la confronta, los anillo de plata y las cadenas que vendimos para tomarnos el último trago brindándole a la luna?¿Dónde llegaron los kilos que gané y h,acia donde se mudaron las mujeres que perdí cuando me fui a Madrid (porque nunca me fui de Cuba, lo juro)? ¿Porqué me abandonó La Habana?

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Aduana



Al volver de distantes riberas como diría Bonifacio ,o sea al llegar al Aeropuerto, había que presentar un papelito; obligatorio para todo cubano residente en el extranjero que pusiese claramente que no pensaba estar más del tiempo necesario en la isla, o lo que es lo mismo, el tiempo que aparece en el billete. “Ahora sí estoy en La Habana”, pensé.

Durante el viaje estuve en una especie de duermevela mientras el Atlántico se tendía miles de metros por debajo de la panza del avión. La travesía transcurrió en un largo ocaso hasta que oscureció cerca de Las Bahamas, y el piloto anunció que las luces que se veían a lo lejos eran de Miami. En esos momentos me vuelvo temeroso de Dios como un judío, y rezo porque a ninguno de los pasajeros se le pire la pinza y secuestre el aparato, exigiéndole al piloto que ponga rumbo a la ciudad del sur de la Florida.

El papelito de marras ya lo conocía, de hecho, rellené tantos en los viajes anteriores, que los rellenaba mecánicamente. Primero los datos comunes: nombre, apellidos, aeropuerto de embarque, dirección durante la estancia, si importaba alguno de los artículos prohibidos por las leyes de inmigración y si entraba en el país más de 5000 €. Luego los datos específicos, el número del vuelo, número de pasaporte... Pasado el control de aduanas empiezó lo bueno. Traía mi portátil aconsejado por un amigo que me dijo que ya no era inconveniente viajar con él. Llevaba en sus entrañas la ímproba tarea de repasar mis apuntes de la Universidad. El portátil tenía que ser registrado para que no tuviese la tentación de dejármelo olvidado, robado o vendido. El protocolo, después de que tres personas antes de mí hicieran lo mismo, ya lo tenía aprendido. Se busca un modelo que se cumplimentará a bolígrafo y a mano, con copia a papel carbón que me sería entregada después de tres preguntas que debía responder clara, concisa y precisamente. La funcionaria con apatía, a pesar de su juventud, rellenaría el formulario, no sin antes recordarme que debía entregar el modelo original al salir del país y regresar con mi portátil a mi sitio de residencia, so pena de tener que pagar una multa equivalente al precio del citado equipo, 300 CUC, aunque me lo hubieran robado. “Bienvenido a Cuba”, me dijo; sin matices, sin fluidez en el tono, sin color, sin nada pero sonriendo. La maleta mientras tanto estaba dando vueltas y vueltas. In extremis, como Oscar Wilde el último día en que folló antes de cantar El Manisero, tiré de ella con el concurso y apoyo de un muchacho muy agradable, que salió de la nada y tras la peripecia se paró a mi lado como una estatua sonriente, mirándome, y dándome las gracias por adelantado. Le digo que tengo un billete de a 10 euros y no tengo cambio. El se muestra medio ofendido, señala una ventanilla perdida en un mar de gente que dice CADECA, dice que no pasa nada, y se aleja como si la fuerza de atracción gravitacional aún le atrajera a mí. Meto la mano en el bolsillo y busco en la carterita del dinero suelto pero la fuerza de gravitación se rompe en el mismo momento en que saco una moneda de 2€. Me mira como a alguien que acaba de llegar, no de España, sino de otro mundo, ahora si que está ofendido y se marcha diciendo entre dientes algo que no escuché muy bien.



En el otro extremo de la Terminal se agolpaba un público cargado de buenas intensiones y maletas. Buenas intenciones porque acaban de regresar, porque quieren ver a sus familias. Porque, si se puede, van a hacer un dinerito, que al fin y al cabo se va a quedar en la Isla, pa’ que la familia escape, vaya… Y con las mismas buenas intenciones; intenciones de, por ejemplo, marcharse a casa al terminar su jornada con la satisfacción del deber cumplido, y de paso, si se pega algo... que estamos a fin de año, la cosa está muy mala, son las 11 de la noche y lleva viéndole la cara a gente agradable (más bien poca), desagradable (el resto), turistas y cubanos, sobretodo cubanos, llenos de dólares, yenes y euros, que se fueron, se quedaron, huyeron, se escaparon, y han encontrado la veta de oro, el maná del cielo, la máquina de fulas que hay en las esquinas de las calles de sus mega ciudades, y que vuelven, más que gordos, rollizos y saludables, bien vestidos, especulando, restregándoles por la cara su humilde riqueza, porque en sus países ninguno gana más que lo que un funcionario público. ¡Cubanos, que traen cosas para que sus familias resuelvan, uníos a la cola de pesaje de equipaje! Una cola larga como el cuerpo de una anaconda, como la cola del pan después del huracán, como la cola del pollo (por cierto, en Cuba el pollo, a diferencia de otros países del mundo tiene cola, como las viandas, como el bus. Cosas de la manipulación genética) En la cola, las caras se alargan, la gente se desespera, sobretodo los que acaban de enterarse que rellenar el papelito del que antes hablé, era obligatorio para todos los cubanos. Para el que vino de viaje, para el alto, para el bajo, para el de Palma de Mallorca, para el de Madrid, para el de Sevilla, para el que tiene la niña muerta de sueños en brazos desde hace 1 hora, para el “jinetero”, para la “mambisa”, para el sordo, para la de la cara pintada como si fuera una carnaval, para la que cuida su figura y la puede embutir en un pantalón de licra, para la abuela que viene a ver a su nieta recién nacida, para el que va de listo, para el que se hace el muerto para ver el entierro que le hacen, para el cojo, para el desesperado, para el que convierte la espera en un momento zen, y para los 4 españoles que, en mala hora, decidieron traerse sus bicicletas para recorrer la Isla de oeste a este. El pesaje es democrático, absoluto e igualitario para todos. Y se pesa todo, no solo las ilusiones que van dentro de las maletas, sino el trabajo del último año, las veces que regateaste al chino los sostenes de tu prima, los zapatos de tu padre, de tu tío y de tu suegra. Se pesa el abrazo que vas a dar junto con tus efectos personales de aseo, se pesa la ropa de la niña, la leche que trajiste para darle durante la estancia, se pesan los días que no compraste carne, para guardar un poco más de dinerito para el viaje. Se pesan las veces que dejaste el coche para coger el metro y no gastar en gasolina, los estrenos que no viste, las veces que no quedaste con los amigos porque las copillas del bar siguen subiendo y subiendo, las cotizaciones para ver cuanto se ha devaluado tu trabajo, los sustos cada vez que piensas que con la crisis peligra tu empleo. Lo pesan todo. Incluso el carrito que es obligatorio poner sobre la báscula.




Decido no declarar la guitarra que traigo, una Yamaha que solo es un esqueleto, y la llevo al hombro. Decido que el portátil no es peso añadido, sino equipaje de mano, pero la funcionaria decide que lo que yo decida no entra en el ámbito de las decisiones que debo tomar, y debo pesarlo todo. Luego decide que el peso no es significativo y puedo retirarlo de la pesa. No obstante, decide que debo ponerle precio a mi guitarra y mi portátil. Yo decido que debo decirle que el portátil no lo estoy importando y que la guitarra siempre ha viajado conmigo y nunca ha tenido necesidad de pagar impuesto alguno para entrar en Cuba. Ella me mira con expresión de sorpresa y decide responderme que ella es una mandada, que hable con su jefa. Me pide nuevamente que le ponga precio a la guitarra, porque; es verdad, el portátil, no tenía que haberlo inscrito como articulo de importación, ya que anteriormente había declarado que me lo llevo de vuelta a España a finales de mes. Decido decirle que la guitarra me costó 600€, pero que no pienso pagárselos, ni a ella ni a su jefa. Ella decide decirme que: “conmigo no, son las leyes”. Yo decido ponerme a un lado para que otra persona pese sus equipajes. A mi lado viene un grupo en el que espera una chica con un hija, aburrida de tanto trámite de gente mayor; ella quiere jugar. La madre pelea como gato boca arriba, porque su exceso de equipaje, pagado en el aeropuerto de Barajas, asciende en la Terminal 3 del Aeropuerto Internacional “José Martí”, a ¡1200 CUC!, y a esa madre estaba por darle Changó con conocimiento, ya que Yemayá en puyas hacía acto de presencia, con gritos histéricos a la funcionaria y a la niña de manera alternativa. Decido que la situación era un tanto atípica y que aquello me parece inaudito, pero a la vez decido mantenerme al margen porque no hay mayor justicia que la del tiempo y la resistencia, y si esa madre resistió el viaje con la niña, y todo su equipaje, solo tenía que resistir un poco más para llegar a su meta. (Esto no es velocidad, es resistencia –dicho de un taxista cubano-). Llega la jefa del turno de aduanas de esta noche. Como una faraona, le acompaña una corte de funcionarios de aduana que supervisan por donde pisa, por donde pasa. La funcionaria le dice que yo viajo sin sobrepeso, que el portátil me lo llevo de vuelta a España, y que he dicho que siempre he viajado con la guitarra sin necesidad de pagar impuestos por ella, y que no pensaba pagar los 600€ que me pedía por pasarla. La jefa levanto los ojos de los papeles que traía en la mano, los posó brevemente en mí, susurró algo inaudible a la funcionaria, y se giró hacia la mujer de los 1200 CUC. La funcionaria, mirándome como una niña agarrada en un renuncio dice: 12 CUC, ¿te parece bien? Decido que me parece corrupto, más que justo o bien. Quiero salir de allí.




Beso a mi madre. Bienvenido a Cuba, me dice. Gracias, le digo. ¿Te cuento lo que me acaba de pasar en la aduana…?

miércoles, 19 de noviembre de 2008

El gran tesoro de la música cubana

Descargarse archivos por internet para uso personal, es uno de mis vicios. Tengo tantos que a veces me parece que no tendré vida para disfrutarlos todos. Pero uno en especial lo considero por encima de todos, LO MEJOR QUE ME HE BAJADO ESTE AÑOS EN LA MULA. El Gran Tesoro de la Música Cubana reune casi 9 horas de música cubana de todos los tiempos, desde las primeras grabaciones fonográficas hasta 2004.

Hoy al llegar de la universidad, me senté sin levantar la persiana y encendí el ordenador. Reproduje uno de los archivos y me transporté a lomos del disco IV a mi niñez. Fernando Álvarez cantando Vuelvete a mi, Amaury Perez, Acuerdate de Abril, TITO GOMEZ, cantando Vereda tropical!!!!

Debo estarme haciendo mayor, porque uno de mis ojos lloró sin mi permiso, pero solo uno. El otro sonrió.

http://www.egrem.com.cu/catalogo/unacoleccion.asp?codigo=COL-0009

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Yes, it was!

Esta mañana me sentí extrañamente orgulloso y feliz. Me acerqué desayunar al bar de un pueblo de la sierra madrileña en el que trabajo muy a menudo. Una señora, mayor y sonriente se me acercó y me dijo: - Tienes que estar contento- Sabía porqué lo decía. Señora, - le dije, no soy norteamericano. Me tocó con su dedo anciano la cara y me dijo, Y eso que importa, tiene que estar contento porque eres negro.

Después de las 10h la carretera se había despejado de la niebla matinal y un sol flojo y frío, pero alegre, comenzó a templar la mañana. La radio no dejaba ni un minuto de repetir que Barack Hussein Obama Jr. se había convertido en la madrugada española en el 44º Presidente de los Estados Unidos de América. En mi pecho (el corazón tiene razones que la propia razón desconoce); tengo que reconocerlo, albergaba la ilusión de que este día llegase. En mi cabeza, que no. Que este sueño no fuera más que un sueño y que Barack Obama nos dejara el buen sabor de una lucha, y que nada cambiase. ¿Porqué?, porque ahora ese inmenso cúmulo de ilusiones ha de ser puesto en marcha, esa avalancha de cambios debe barrer las desigualdades e injusticias que aquejan a los Estados Unidos y al Mundo, y tiene que ser ese profesor universitario, culto y sensible quién salga mañana vestido de presidente de superpotencia y complete el circulo de cambios que tanta gente está esperando. Barack Obama, el 44º, tiene que desarmar, dar lustre, y rearmar a los Estados Unidos para vendernos que en realidad el cambio se puede.

De por si soy optimista en las cosas que pueda cambiar cuando están a mi alcance. Las cosas que no puedo cambiar; por cierto muy pocas, las enfrento con el escepticismo de quién sabe que hay que "cantar la belleza de ser un eterno aprendiz", como decía Gonzaguinha. Y a través de mi vida he aprendido que el camino de buenas intenciones está empedrado en su ruta al infierno. También comparto, como dijo Carlos Fuentes que, en la elección del Presidente de los Estados Unidos, ya que nos afecta a todos, todos deberíamos participar. Así que me voy a tomar la licencia de pedirle a Obama:

Senador, futuro Presidente:

- Tratemos como le hemos tratado. No nos comente que va ha hacer, pero al hacerlo guíese por su conciencia. Nosotros no le consultamos cuando decidimos votarle. Le escuchamos y actuamos según nuestros actos y consecuencias. Ahora le toca a usted. Sea buen gestor, pero no nos venda a nosotros la moto. Vendasela a los que pueden pagarla, baje nuestros impuestos, somos muchos pero tenemos poco.
- Hágale pagar el plato a quienes los que lo rompieron. Imagínese a su tatarabuelo arrancado de las antiguas fronteras de su tierra, que ahora han caído en Kenia por el capricho de un especulador de la época, llevado en cadenas al del que va a ser usted presidente. Imagine que en muchas ocasiones para recuperar su libertad huyese y por eso le hubiesen impuesto castigos inhumanos y degradante, y que al final su única opción fuera comprar su libertad o morir esclavo, y no quisiese morir de esta manera. ¿Porqué tiene que pagar por un derecho inalienable del ser humano como es el derecho a la libertad? Imagine que no tuviese opción a un médico, a trabajar por un salario digno, a vivir en un ambiente de seguridad si no es pagando. Al igual que su abuelo, nosotros no elegimos ni el paro, ni la recesión, y nos opusimos a atacar un país solo por la sospecha de que algo podría ocurrir. Nosotros no nos embolsamos beneficios extraordinarios por arruinar la economía de ningún estado o familia. No podemos pagar por aquello a lo que nos opusimos con todas nuestras fuerzas
- No se deje llevar por el rencor, ni por el olvido. Piense (por que hasta que en 1993 el Estado de Mississippi prohibiese la esclavitud, aun era lícita en EEUU) en que su madre fuese vejada por amar a un negro, a dos (a usted también le amaba), que todo su sacrificio se sintetizara en la frase que le dijeron a Malcolm X cuando era solo un niño, se llamaba Malcolm Little y vivía con un familia de adopción lejos de su Detroit natal: Un chico como tú no debería perder el tiempo pensando en ser abogado, ¿porque mejor, no te haces carpintero? No se pierda en el rencor porque el futuro se construye a golpes de esperanza, como la frase con que pasará a la historia. Pero no cometa el error de mirar al pasado con condescendencia y pensando que todo está superado. En su país, sigue siendo una continuo hasta llegar a la cárcel ser negro, pobre y sin recursos. La sociedad norteamericana ha dado un ejemplo mundial rompiendo un TABÚ (el Presidente, la primera dama y sus hijos son descendientes directos de aquellos que con su sangre esfuerzo y vida fueron los pioneros en dar al país el lugar en que ahora está), pero contar un árbol no es contar el bosque. Aún el prejuicio racial y el racismo existen.

Tengo más recomendaciones, hable con todos, republicanos, homosexuales, cubanos, rusos, venezolanos, afganos, iraníes, Zapatero. No cierre su puerta al instrumento más útil que tiene el hombre que son las palabras. No se encumbre, porque perderá perspectiva y caerá, cuando piense que alguien se merece que usted le mire por encima del hombro, piense que está empezando a levitar, a creerse más de lo que es realidad es. Me asombra su humildad, su cercanía, la manera en que me ha hecho sentir que cualquier cambio, con su contenido de esperanza y fe en el ser humano es posible, SI SE PUEDE. Demuéstreme que va a hacerlo posible.